La agricultura y la silvicultura son partes integrales de la economía y la sociedad europeas. Proporcionan la base para alimentos, piensos y productos no alimentarios para satisfacer las demandas de los consumidores y una amplia gama de industrias. Con aproximadamente el 70% de la superficie terrestre está cubierta por bosques o en uso agrícola, las actividades de producción primaria tienen un gran impacto en la integridad de las zonas rurales en términos de preservación del capital natural, la calidad de vida y la creación de empleo.

La productividad en los sectores agrícola y forestal ha experimentado un notable crecimiento en las últimas décadas, en parte a expensas del medio ambiente. Una población mundial en aumento junto con el crecimiento económico y los patrones de consumo cambiantes aumentan aún más la demanda de productos primarios. Esta presión sobre la productividad agrícola está ocurriendo en el contexto de la disminución de los recursos naturales y los efectos de un clima cada vez más variable.